
La mayor parte de quienes en el pasado han hecho uso de la palabra en esta tribuna, han tenido por costumbre elogiar a aquel que introdujo este discurso en el rito tradicional, pues pensaban que su proferimiento con ocasión del entierro de los caídos en combate era algo hermoso. A mí, en cambio, me habría parecido suficiente que quienes con obras probaron su valor, también con obras recibieran su homenaje –como este que véis dispuesto para ellos en sus exequias por el Estado–, y no aventurar en un solo individuo, que tanto puede ser un buen orador como no serlo, la fe en los méritos de muchos. Es difícil, en efecto, hablar adecuadamente sobre un asunto respecto del cual no es segura la apreciación de la verdad, ya que quien escucha, si está bien informado acerca del homenajeado y favorablemente dispuesto hacia él, es muy posible que encuentre que lo que se dice está por debajo de lo que él desea y de lo que él conoce; y si, por el contrario, está mal informado, lo más probable es que, por envidia, cuando oiga hablar de algo que esté por encima de sus propias posibilidades, piense que se está cayendo en una exageración. Porque los elogios que se formulan a los demás se toleran sólo en tanto quien los oye se considera a sí mismo capaz también, en alguna medida, de realizar los actos elogiados; cuando, en cambio, los que escuchan comienzan a sentir envidia de las excelencias de que está siendo alabado, al punto prende en ellos también la incredulidad
Pero, puesto que a los antiguos les pareció que sí estaba bien, debo ahora yo, siguiendo la costumbre establecida, intentar ganarme la voluntad y la aprobación de cada uno de vosotros tanto como me sea posible.
I
Comenzaré, ante todo, por nuestros antepasados, pues es justo y, al mismo tiempo, apropiado a una ocasión como la presente, que se les rinda este homenaje de recordación. Habitando siempre ellos mismos esta tierra a través de sucesivas generaciones, es mérito suyo el habérnosla legado libre hasta nuestros días. Y si ellos son dignos de alabanza, más aún lo son nuestros padres, quienes, además de lo que recibieron como herencia, ganaron para sí, no sin fatigas, todo el imperio que tenemos, y nos lo entregaron a los hombres de hoy.
En cuanto a lo que a ese imperio le faltaba, hemos sido nosotros mismos, los que estamos aquí presentes, en particular los que nos encontramos aún en la plenitud de la edad, quienes lo hemos incrementado, al paso que también le hemos dado completa autarquía a la ciudad, tanto para la guerra como para la paz. Pasaré por alto las hazañas bélicas de nuestros antepasados, gracias a las cuales las diversas partes de nuestro imperio fueron conquistadas, como asimismo las ocasiones en que nosotros mismos o nuestros padres repelimos ardorosamente las incursiones hostiles de extranjeros o de griegos, ya que no quiero extenderme tediosamente entre conocedores de tales asuntos. Antes, empero, de abocarme al elogio de estos muertos, quiero señalar en virtud en qué normas hemos llegado a la situación actual, y con qué sistema político y gracias a qué costumbres hemos alcanzado nuestra grandeza. No considero inadecuado referirme a asuntos tales en una ocasión como la actual, y creo que será provechoso que toda esta multitud de ciudadanos y extranjeros lo pueda escuchar.
Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo.
Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los asuntos públicos como en las rivalidades diarias de unos con otros, sin enojarnos con nuestro vecino cuando él actúa espontáneamente, ni exteriorizar nuestra molestia, pues ésta, aunque innocua, es ingrata de presenciar. Si bien en los asuntos privados somos indulgentes, en los públicos, en cambio, ante todo por un respetuoso temor, jamás obramos ilegalmente, sino que obedecemos a quienes les toca el turno de mandar, y acatamos las leyes, en particular las dictadas en favor de los que son víctimas de una injusticia, y las que, aunque no estén escritas, todos consideran vergonzoso infringir.
Por otra parte, como descanso de nuestros trabajos, le hemos procurado a nuestro espíritu una serie de recreaciones. No sólo tenemos, en efecto, certámenes públicos y celebraciones religiosas repartidos a lo largo de todo el año, sino que también gozamos individualmente de un digno y satisfactorio bienestar material, cuyo continuo disfrute ahuyenta a la melancolía. Y gracias al elevado número de sus habitantes, nuestra ciudad importa desde todo el mundo toda clase de bienes, de manera que los que ella produce para nuestro provecho no son, en rigor, más nuestros que los foráneos.
V
A nuestros enemigos les llevamos ventaja también en cuanto al adiestramiento en las artes de la guerra, ya que mantenemos siempre abiertas las puertas de nuestra ciudad y jamás recurrimos a la expulsión de los extranjeros para impedir que se conozca o se presencie algo que, por no hallarse oculto, bien podría a un enemigo resultarle de provecho observarlo. Y es que, más que en los armamentos y estratagemas, confiamos en la fortaleza de alma con que naturalmente acometemos nuestras empresas. Y en cuanto a la educación, mientras ellos procuran adquirir coraje realizando desde muy jóvenes una ardua ejercitación, nosotros, aunque vivimos más regaladamente, podemos afrontar peligros no menores que ellos.
Prueba de esto es que los espartanos no realizan sin la compañía de otros sus expediciones militares contra nuestro territorio, sino junto a todos sus aliados; nosotros, en cambio, aun invadiendo solos tierra enemiga y combatiendo en suelo extraño contra quienes defienden lo suyo, la mayor parte de las veces nos llevamos la victoria sin dificultad. Además, ninguno de nuestros enemigos se ha topado jamás en el campo de batalla con todas nuestras fuerzas reunidas, pues simultáneamente debemos atender la mantención de nuestra flota y, en tierra, el envío de nuestra gente a diversos lugares. Sin embargo, cada vez que en algún lugar ellos se trenzan en lucha con una facción de los nuestros y resultan vencedores, se ufanan de habernos rechazado a todos, aunque sólo han vencido a algunos; y si salen derrotados, alegan que lo fueron ante todos nosotros juntos. Pero lo cierto es que, ya que preferimos afrontar los peligros de la guerra con serenidad antes que habiéndonos preparado con arduos ejercicios, ayudados más por la valentía de los caracteres que por la prescrita en ordenanzas, les llevamos la ventaja de que no nos angustiamos de antemano por las penurias futuras, y, cuando nos toca enfrentarlas, no demostramos menos valor que ellos viven en permanente fatiga.
Pero no sólo por éstas, sino también por otras cualidades nuestra ciudad merece ser admirada. En efecto, amamos el arte y la belleza sin desmedirnos, y cultivamos el saber sin ablandarnos. La riqueza representa para nosotros la oportunidad de realizar algo, y no un motivo para hablar con soberbia; y en cuanto a la pobreza, para nadie constituye una vergüenza el reconocerla, sino el no esforzarse por evitarla. Los individuos pueden ellos mismos ocuparse simultáneamente de sus asuntos privados y de los públicos; no por el hecho de que cada uno esté entregado a lo suyo, su conocimiento de las materias políticas es insuficiente. Somos los únicos que tenemos más por inútil que por tranquila a la persona que no participa en las tareas de la comunidad. Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidimos conforme a derecho sobre la cosa pública, pues no creemos que lo que perjudica a la acción sea el debate, sino precisamente el no dejarse instruir por la discusión antes de llevar a cabo lo que hay que hacer. Y esto porque también nos diferenciamos de los demás en que podemos ser muy osados y, al mismo tiempo, examinar cuidadosamente las acciones que estamos por emprender; en este aspecto, en cambio, para los otros la audacia es producto de su ignorancia, y la reflexión los vuelve temerosos. Con justicia pueden ser reputados como los de mayor fortaleza espiritual aquellos que, conociendo tanto los padecimientos como los placeres, no por ello retroceden ante los peligros.
También por nuestra liberalidad somos muy distintos de la mayoría de los hombres, ya que no es recibiendo beneficios, sino prestándolos, que nos granjeamos amigos. El que hace un beneficio establece lazos de amistad más sólidos, puesto que con sus servicios al beneficiado alimenta la deuda de gratitud de éste. El que debe favores, en cambio, es más desafecto, pues sabe que al retribuir la generosidad de que ha sido objeto, no se hará merecedor de la gratitud, sino que tan sólo estará pagando una deuda. Márchense
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En su discurso funerario, Pericles no habla solo de los muertos sino de la gloria de Atenas también. Para Pericles, Atenas es una ciudad poderosa y gloriosa a cause de su cultura y gobierno. Atenas es una democracia, y para Pericles a causa de esto Atenas es superior a las otras ciudades. Además, Atenas tiene una sociedad con igualdad, donde la gente tiene poder y influencia a cause de los merites y no de la riqueza o la sangre. También, la cultura de Atenas, con su gente que ama la belleza y la educación, contribuye a la importancia de Atenas.
Para mí, es interesante que las descripciones de Atenas puedan ser aplicadas a los Estados Unidos también. Muchos políticos en los Estados Unidos dicen que los Estados Unidos es, como Atenas, un ejemplo para otras naciones que imitan a los Estados Unidos y su gobierno. La cultura de los Estados Unidos, también, es típicamente considerada una de igualdad y basada en los merites. En este sentido, hay muchos semejantes entre Atenas en el discurso de Pericles y los Estados Unidos en la opinión popular.
Esta idea de una sociedad de igualdad, cultura, y educación es lo ideal para una democracia. Una democracia debe ser basada en igualdad. Cuando una sociedad está basada en los merites, esta sociedad tendré mas igualdad. La gente tiene más control sobre sus propios meritos que sobre su sangre y su herencia. Además, la educación, que incluye cosas como la cultura y las bellas artes, es fundamental para una democracia funcional.
Sin embargo, lo ideal no es necesariamente la misma de lo real. No sé mucho sobre la antigua Atenas, pero para los Estados Unidos lo ideal de una democracia no es lo real hoy día. La educación, un ejemplo importante, no tiene la importancia necesaria en una democracia. Muchos estudiantes no tienen interés en sus estudios, y la gente no sabe muchas cosas que debe saber. También, no hay una igualdad perfecta en la sociedad. Cosas fuera del control de un individuo como la sangre y la herencia tienen un impacto grande en la vida de cada persona. La clase social de una persona en su niñez, como su vecindario y su escuela, también determina un gran parte de la futura de esta persona. Sí, hay personas quienes vencen sus desventajas. Pero la mayoría de estas personas no pueden obtener sus deseos y sus sueños a causa de factores fuera de su control. Esto no es lo ideal para una democracia, y esto no es el mundo que Pericles describe. La realidad de los Estados Unidos no es lo ideal.
Discurso Motivando
El Discurso Funerario de Pericles era, supuestamente, una manera de honrar los soldados quienes han muerto en una guerra, y para reconocer su sacrificio. Pero Pericles no habla mucho de lo que han hecho los soldados, luchando por su ciudad. El habla como un orador de motivación, hablando de la gloria de su ciudad y su gente. Parece menos que está tratando de honrar los muertos que está tratando de convencer su público que, como los atenienses son los más sabios y bien educados del mundo, todo lo que hacen tiene fuentes completamente razonables, y, como esto, están totalmente correctos en su guerra.
Pericles cree que siendo ateniense da unos valores importantes que nunca de los otros países tienen. Como es un guerrero, el habla mucho sobre la manera en que, según él, los atenienses pertenecen en una guerra. Pinta una imagen de una población que prefiere vivir en paz, pero que puede ser muy peligroso si tienen razón. También habla del poder del ejercito de Atenas, diciendo que puede vencer todos los enemigos de Atenas en sus propios tierras, sin estar unidos. Como Atenas era famosa por su armada, y muchos de los enemigos de Atenas vivían en lugares sin salida al mar, los atenienses quienes lucharon en las guerras como lo que causa el funeral donde Pericles estaba hablando solo eran parte de las fuerzas armadas de Atenas.
También Pericles habla mucho de la igualdad de Atenas. Como pensamos en el concepto de igualdad hoy día, Atenas no era una ciudad con mucho igualdad – era necesario ser parte de un grupo exclusivo de la población para ser igual – pero si la compara con las otras ciudades de este época, tenía unas ideas muy raras.
Otra cosa interesante que Pericles enumera es la potencial de agradecer la belleza. Él implica que esa capacidad es única a atenienses, sugiriendo que los habitantes de otros sitios, como no son atenienses, son incapaces de agradecer la belleza, relegándolos a un nivel de humanidad baja lo de los atenienses. Esa deshumanización de sus enemigos es una estrategia común en la guerra, y, para mí, simplemente refuerza mi impresión de Pericles como orador motivador.
Este discurso fúnebre de Pericles discute los soldados caídos por el primer año de la guerra, pero revela mucho mas. Cómo el arte es un espejo de la sociedad, también los oradores famosos actúan como lo mismo. Las preguntas y los sujetos que Pericles explora en este discurso revela mucho de su percepción de la sociedad, los valores de su audiencia y como estaba constituido una sociedad democrática durante esta época.
Hay tres sujetos claves que expone Pericles en este discurso. Primero, él habla de la relación entre la tierra de Atenas y los antepasados y padres de los Atenienses. A Pericles, esta idea es muy importante para explicar “en qué normas hemos llegado a la situación actual, y con qué sistema político y gracias a qué costumbres hemos alcanzado nuestra grandeza.” Su discusión de esta idea muestra que a los Atenienses la tierra y la ciudad valen mucho y que la calidad de estas posesiones depende de las acciones de las ciudadanos. Esta relación revela mucho de la concepción del estado de Pericles y su audiencia.
El segundo sujeto de Pericles es la idea de la buena vida. Su descripción de la vida de los Atenienses es clave para entender el sistema de valores que dirige la democracia de Atenas. Pericles enfoca en cómo la vida privada esta relacionada con la calidad de vida de todos los Atenienses. Él explica que “y gracias al elevado número de sus habitantes, nuestra ciudad importa desde todo el mundo toda clase de bienes, de manera que los que ella produce para nuestro provecho no son, en rigor, más nuestros que los foráneos.” Esta relación entre el poder de la ciudad como una medida de la buena vida y las vidas privadas y públicas de los Atenienses es un ejemplo claro de los valores de los ciudadanos de Atenas.
La tercera y más grande idea clave de Pericles es la relación entre el estado y las acciones de los ciudadanos. Él habla mucho de esta relación y como las acciones, la educación, el estilo de vida, y las características naturales de la gente tienen una grande influencia sobre el estado. Este sujeto hace claro su idea de la democracia, no es una sociedad en que el gobierno crea el estado para la gente, sino una sociedad en que la gente crean el estado.
En el discurso de Pericles encontramos cinco puntos muy importantes que resaltan una y otra ves en su discurso: la democracia, la libertad, el poder, el ciudadano, y el honor. Los cinco temas se encuentran relacionados entre si. Pericles nos ofrece una significante vista hacia el gobierno Áteno. En donde nos encontramos con “la democracia.” Según Pericles este sistema de gobierno da una libertad de variedades. Ya se el arte o el debate político: “En efecto, amamos el arte y la belleza sin desmedirnos, y cultivamos el saber sin ablandarnos. La riqueza representa para nosotros la oportunidad de realizar algo, y no un motivo para hablar con soberbia” y “Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidimos conforme a derecho sobre la cosa pública, pues no creemos que lo que perjudica a la acción sea el debate, sino precisamente el no dejarse instruir por la discusión antes de llevar a cabo lo que hay que hacer.” La libertad de cual Pericles habla nos cuenta de un gobierno abierto y poderoso. Poderoso porque mantiene el orden en un sistema que necesita opiniones.
Pericles nos cuenta que el poder lo tienen los ciudadanos. Ellos son los que deciden por si mismos. “Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares.” Esta democracia es adquirida con el honor de la ciudad. Lo Átenos tienen un sistema tan funcional por el honor que se han ganado en las guerras, según Pericles, que ni los mismos Espartanos pueden competir con ellos: “Prueba de esto es que los espartanos no realizan sin la compañía de otros sus expediciones militares contra nuestro territorio, sino junto a todos sus aliados; nosotros, en cambio, aun invadiendo solos tierra enemiga y combatiendo en suelo extraño contra quienes defienden lo suyo, la mayor parte de las veces nos llevamos la victoria sin dificultad.”
Pericles al principio nos dice algo muy importante, la envidia del honor y el embellecimiento hacia ese honor. La democracia que nos menciona Pericles nos da un sentido de perfección comparado a otros sistemas. Pero desde el principio el nos recuerda que lo que escribe sobre la guerra y el honor lo hace porque lo esperan de el; y de estos adornos brota la envidia hacia el que adquiere el honor. Y este honor tan sagrado debe ser reconocido cuando “con obras probaron su valor, también con obras recibieran su homenaje.” Pericles se encarga de darnos un lado positivo de la democracia Átena sin dejarnos olvidar de la importancia del poder y la moralidad en esta democracia.
El tema de esto discurso que me molesta más es el tratamiento de la idea de democracia y su relación con la idea de un imperio. Por Pericles, el orador del elogio, y por la mayoría de los atenienses la idea se sus imperio y sus ideas de democracia estaban separada. Pero una persona, una cultura, no puede separar su ideas interno del ciudad y ciudadano y su ideas por el externo y conquistar. Por los ciudadanos a tener derechos y libertad (específicos los hombres que nacían en Atenas) pero personas en otros países y lugares eran por conquistar. Pericles habló por poco tiempo sobre los extranjeros en Atenas, y que «jamás recurrimos a la expulsión de los extranjeros para impedir que se conozca o se presencie algo que, por no hallarse oculto, bien podría a un enemigo resultarle de provecho observarlo.» Es claro en su voz que los atenienses eran superior de todos las otras. Es difícil para me a entender como justificar la igualdad y libertad para su y su cuidad pero, en un modelo de democracia donde todos los voces podrían oyeran, ignoraban la libertad y derecha igual a sus país.
Yo se que en un mundo de reyes y conquistadores, hasta una país que manifestaba a era un democracia necesitar a defenderlo y ayudar su aliados, no obstante que su filosofía interior verían de otros países en su acciones exterior. Entiendo también que, porque el militar era de voluntario en Atenas, estaba necesario a glorificar los soldados y la muerte en guerra para “proteger” la libertad y derechas de los atenienses que vivían. Si no son un honor a defender o un muerte glorioso, nadie unirían el militar, habría exigido un militar de obligación y esto es contrario a la filosofía de Atenas y su ideales democracia. Entonces los injusticias y verdades de la guerra estaban ignorado para la glorificar y la defensa.
Esto es muy similar con la filosofía interior y exterior de los Estados Unidos; con nuestros ciudadanos tan orgulloso con nuestro sistema democracia, con el militar mas grande en el mundo y con los más bases militar en otros países. Todos de nuestras guerras que están para nuestro “libertad” y “protección” o para la “libertad” y “derechas” de otros están guerras de conveniencia o que avanzan nuestros deseos o ideas. Los Estados Unidos, un país que es un símbolo cultural por la libertad moderna usa otras naciones para su libertad personal. Los Estados Unidos es libre porque es reste del mundo es su juego.
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